Uno de los aprendizajes que nos dejó la pandemia originada por el COVID-19 es que las dinámicas que garantizan el éxito en la educación virtual, no son las mismas que garantizan el éxito en la presencialidad. Si queremos que nuestras experiencias virtuales sean significativas, debemos reconocer que requieren sus propias dinámicas y competencias, no solo por parte de los educadores, sino también de los estudiantes.
Entre las competencias claves para asegurar el éxito en el aprendizaje virtual está la autonomía o el autoaprendizaje. En lugar de seguir una guía paso a paso, los estudiantes asumen un papel activo al liderar su propio proceso educativo, teniendo el poder de decidir qué conocimientos adquieren, cuándo y cómo los adquieren, reconociendo así la diversidad de estilos de aprendizaje y permitiendo que cada estudiante personalice su proceso de aprendizaje.
¿Qué es el autoaprendizaje?
Podríamos definir el autoaprendizaje como el proceso educativo en el cual el estudiante asume la responsabilidad principal de dirigir y gestionar su propio aprendizaje.
El autoaprendizaje implica la autodisciplina, la autorregulación y la capacidad de establecer metas educativas personales, pues en este enfoque, el aprendizaje no se limita a la absorción de información; sino que constituye un proceso dinámico donde el estudiante toma la iniciativa de explorar, comprender y asimilar la información de manera independiente.
De esa manera, el rol del docente también cambia. Pasa de ser un proveedor de información, para convertirse en un guía del proceso de aprendizaje, que va ayudando al estudiante a encontrar las temáticas más acordes y a alcanzar los mejores resultados.
Beneficios del autoaprendizaje en la educación virtual
- Flexibilidad y personalización: El autoaprendizaje brinda a los estudiantes la libertad de personalizar su experiencia educativa, adaptándola a sus necesidades individuales y ritmo de aprendizaje, lo que resulta en una mayor flexibilidad y acceso a recursos diversos.
- Desarrollo de habilidades autodidactas: Más allá de la acumulación de datos, el autoaprendizaje cultiva habilidades valiosas como la autorregulación, la toma de decisiones informadas y la resolución de problemas, habilidades esenciales en un entorno dinámico.
- Adaptabilidad continua: En un entorno educativo que evoluciona rápidamente, el autoaprendizaje prepara a los estudiantes para la adaptabilidad continua, fomentando la mentalidad de aprendizaje a lo largo de la vida. Si quieres conocer más sobre el aprendizaje a lo largo de la vida, no te pierdas nuestro artículo Lifelong Learning: más allá de la educación formal.
- Motivación intrínseca: La autonomía en el aprendizaje alimenta la motivación intrínseca al permitir a los estudiantes perseguir sus intereses y establecer metas educativas personalizadas.
El autoaprendizaje no solo implica absorber información, sino desarrollar la capacidad de aprender de manera independiente y efectiva. En un mundo digital que demanda habilidades autodidactas y la capacidad de adaptarse, el autoaprendizaje se convierte en un aliado esencial para el éxito en la educación virtual.
Por esa razón, es esencial que en las instituciones educativas se creen programas para ayudar a los estudiantes virtuales a desarrollar sus competencias de autoaprendizaje, y asegurar mejores resultados.