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La incorporación del Design Thinking (DT) en el diseño instruccional (DI) y en los programas de L&D (Learning & Development) se ha consolidado como una metodología de innovación centrada en la persona, con una validación rigurosa y creciente respaldo académico. Su principal fortaleza radica en la fase inicial de empatía, un componente esencial que lo distingue claramente del DI tradicional. Según referentes como Tim Brown (IDEO) y la Stanford d.school, el Design Thinking es un enfoque human-centered design que integra las necesidades de las personas con la viabilidad tecnológica y los objetivos de negocio. Un informe de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) (2020) destaca que el DT es un proceso experimental e iterativo que promueve la cultura del prototipado y transforma el error en una oportunidad de avance y mejora continua. Al aplicarlo al ámbito de L&D, se garantiza que la formación responda a necesidades reales y no únicamente a percepciones o suposiciones.

La fase de Empatía se sustenta en técnicas de investigación cualitativa, como el Mapa de Empatía (citado por Educarchile), que permiten descubrir insights profundos sobre las experiencias y motivaciones de los aprendices. Un artículo del INA (2023) resalta que los principios de este enfoque se basan en los valores humanos, priorizando las necesidades, emociones y el contexto del aprendiz, lo que resulta fundamental para su empoderamiento y participación activa en el proceso formativo. Además, la base científica del DT, que combina pensamiento convergente y divergente en ciclos iterativos (Gasca y Zaragoza, UPM), asegura que las soluciones de aprendizaje no solo sean creativas en la fase de Idear, sino también efectivas y validadas por los usuarios en las etapas de Prototipar y Testear.

En la práctica, este enfoque se traduce en programas de L&D con mayor aceptación, coherencia y pertinencia, capaces de generar un impacto medible en el rendimiento y de alinear la capacitación con las verdaderas brechas de conocimiento del usuario final. De esta forma, el Design Thinking se consolida como una herramienta estratégica para diseñar experiencias de aprendizaje más humanas, significativas y sostenibles en el tiempo.

 

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